martes, 30 de agosto de 2016

Se Llegan los Informes... Y... Lo que no se Cuenta ¿De Verdad Cuenta Mucho?

EL V PODER
POR RODRIGO AGUILERA MORALES

Se Llegan los Informes...
Y... Lo que no se Cuenta
¿De Verdad Cuenta Mucho?

Con septiembre, que ya está a 24 horas de distancia, llega la temporada de informes de Gobierno en los tres niveles. Tendremos el esquema federal (ya revelado) que se basa en tomar lo poco conocido y hacerlo conocido con el eslogan "Lo que no se cuenta, pero cuenta mucho".
Vendrá el informe del Gobernador Aristóteles Sandoval y luego los de interés regional, como el de los ingenieros y Presidentes Arturo Dávalos Peña en Puerto Vallarta y Prisciliano Ramírez Gordián en Cabo Corrientes.
En el Distrito será de interés también el del alcalde de Atenguillo, Chalo Villaseñor quien viene desarrollando una labor política con el objetivo de llegar más allá de su Municipio y buscar el Distrito 5 o dar pasos sólidos hacia esa dirección.
Por lo pronto se inicia la temporada de informes, informes que cerrarán con el del licenciado José Gómez Pérez quien realizará el suyo en el ya nada lejano mes de octubre próximo.


Detención de Sergio
Schmidt es Política

Leo que cuando le preguntaron a uno de los hijos de Sergio N (ya en todos lados, incluyendo los mensajes y tuits del Gobierno del Estado, salió el apellido Schmidt, pero a mí me sigue pareciendo más enigmático y novelesco usar el N) a qué se dedicaba su padre contestó: “Anda con políticos”. La respuesta es sorprendente por dos cosas. La primera por la exactitud, pues como hemos visto, efectivamente el Señor N andaba con políticos y era como el virus del zika: no distinguía, clase, color o ideología. La segunda cosa terriblemente esclarecedora, y triste, es que un joven piense que andar con políticos es una profesión de la que se puede vivir, mamando del presupuesto aquí y allá.

Hasta ahora lo que nos han dicho las autoridades de manera oficial es que el Señor N era un operador del cartel Nueva Generación, pero lo que hemos visto en la prensa es que en todo caso lo que operaba eran los vínculos con el poder. Hay, aparentemente, una enorme cercanía de este personaje con muchos de los miembros más destacados de la clase política naranja, azul, tricolor y hasta los morenazos (los amarillos están muy tristes porque aún no han salido en la foto, pero quieren dejar claro que no es que les falten ganas ha sido más bien falta de oportunidades) pero no hay un solo dato o acusación concreta. Los políticos han aprovechado para echarse los unos a los otros, pero ninguno ha presentado una denuncia penal. Hasta ahí la cita y hasta ahí va el asunto, la detención tiene todos los tintes políticos posibles y hasta el momento no se conocen los cargos de los que se acusa a Sergio ni a donde fue recluido. Se entiende que la autoridad ha pedido que se amplíe el plazo constitucional o que incluso se haya recurrido a la figura del arraigo pero hasta ahí va el caso de la detención más sonada de los últimos tiempos, un caso político lleva a decir que Sergio es eso, un preso político.

Correr un Maratón

Se llegó a la edición XXXIV del Maratón Internacional Ciudad de México 2016, que retomó desde 2013 la ruta olímpica, terminando en la pista del Estadio México 68 y con la participación de 35 mil corredores mientras veía a los kenianos corretear al BMW que traía el tiempo oficial pensaba ¿Qué pasa con los corredores mexicanos?, ¿desde cuándo no obtienen el triunfo? Leo que este maratón inició en 1983 y sin la participación de la “Legión Extranjera”, el triunfo fue para mexicanos en ambas ramas con Casimiro Reyes y María del Carmen Cárdenas, con marcas de 2:29’35” y 3:05’09”, respectivamente.
En la rama varonil y femenil nuestros grandes estrellas cerca de los noventa, inscribieron sus nombres dentro de la historia del maratón de la gran capital.
Rodolfo Gómez, en 1987, con marca de 2:18’46”; Salvador “el Halcón” García en 1988, con 2:19’02”; Dionicio Cerón, en 1993, con marca de 2:14’47” y Benjamín Paredes, en 1997, con marca de 2:16’25”, por nombrar los más notables.
Los mexicanos quedamos fuera del podio pero yo, corredor recreativo, que corro para estar en forma, me quedo con la enseñanza de que estando ahí parado detrás de la línea de salida parecía imposible que hacía tan sólo un año pesaba 15 kilos más y me costaba trabajo correr cinco kilómetros, ahora los entrenamientos eran de entre 8 y 10k más las distancias largas de más de 20 ó más de 30 kilómetros. Es increíble como cambia la perspectiva con el entrenamiento, en verdad nada es imposible, sólo se necesita tiempo y dedicación.
Cuando comenzó la prueba mi mente y mi cuerpo entraron en piloto automático, haciendo lo que los había entrenado para hacer. Era real, estaba corriendo mi primer maratón. Estaba tranquilo y estaba disfrutando, los primeros 10 kilómetros fueron un verdadero deleite, nada de cansancio, nada de dolor, me sentía excelente. Llegó el kilómetro 15 y el dolor en las rodillas y en los pies se intensificó pero era soportable, llegó el kilómetro 21, el medio maratón y mi tiempo era de los mejores en esa distancia. Me sentía bien, me sentía fuerte y con mucho ánimo. Fue alrededor del kilómetro 25 que empecé a sentir más dolor, ahora si intenso y no sólo era la rodilla, otros músculos de mis piernas se sentían como si quisieran acalambrarse. Llegado el kilómetro 30 empezó a ponerse difícil la prueba. El verdadero maratón empezó en el kilómetro 35 (la distancia más grande que había corrido nunca). Había dolor, había cansancio y  habia agotado mi reserva de geles, gomitas de gatorade y sobres de miel. Cada dos kilómetros me hidrataba con agua y gatorade y empecé a tomar todo lo que las personas que acuden a echar porras ofrecen como gomitas, cocacola, cucharadas de Nutella y marcas como Aladino repartía sobres de mantequilla de maní. La verdad una doña que me dio dos chupachups tiene mis plegarias para que entre al cielo ya que me ayudaban a distraerme y a darme cuenta de que si tenía saliva para disfrutar una paleta de caramelo era que no me había deshidratado. A partir del kilómetro 37 se volvió más duro todo, la Ruta Olímpica termina en una subida hasta el kilómetro 41 --justo en el edificio de la Conagua que César Abarca conoce tan bien-- y se hace muy pesado terminar.  El sol de la CDMX que o no calienta o quema, estaba ya en lo alto, corría mas lento, muchos competidores ya estaban caminando y estorbaban, pocos iban más rápido y  aventaban a quienes les estorbaban casi cada 50 metros había grupos de paramédicos atendiendo a un o una caída o deshidratado o desmayado. La ruta, la pista se hacía cada vez más angosta por los espectadores que animan pero también estorban mucho. El moverse es mucho más difícil hay que ir cuidándose de no tropezarse con una boya del metrobús o caer en un bache. Con casi 40 kilómetros y 42 años en las piernas saltar, esquivar y cambiar de paso para rebasar es pesado y demandante. Parte de ese primer maratón es que nadie te previene que habrá muchísimo tráfico de personas que las calles se harán estrechas o anchas que habrá baches y que habrá tanta basura en el piso, tanto refresco, tanto gatorade que las suelas --literal-- se pegarán al terreno durante decenas de pasos.
Son 33 mil los que dicen que uno da para que termine la prueba --creo que hice más cuando vi las uñas de mis pies ennegrecidas--.
Mi cuerpo me pedía que parara, mi mente me pedía que parara. Alrededor cada vez más competidores abandonaban la competencia, los veía sacar su teléfono y llamarle a alguien: “estoy en Insurgentes a la altura de tal, no voy a terminar, ven por mí”. Los lesionados y tirados eran, de verdad, docenas.
Volteaba sobre mi hombro para ver si no venían ya  las barredoras de la ciudad con los camiones para ir levantando a quienes no puede terminar. Afortunadamente nunca las vi. En el kilómetro 41 cada vez más dolor, las piernas con una sensación de dolor en todas partes que se mitigaba sin esperarlo cuando pisaba las bolsas de agua Epura que estallaban mojándome mis tenis Ultra Boost (que ni Obama los tiene).
Sólo seguía porque mi objetivo era concluir la prueba. Porque me prometí que si mi corazón aguantaba (vigilaba mis pulsaciones con mi reloj Garmin) aunque tuviera que gatear llegaría a la meta y sobre todo porque sabía que, Brenda, quien me había dejado atrás hacía varios kilómetros Brenda estaba ya en la meta.
Muchos maratonistas hablan de “la pared”, un fenómeno que la mayoría coincide que se da alrededor del kilómetro 30 al 35, donde el cuerpo ya no puede más y la mente quiere abandonar. Pero la verdad yo nunca sentí la mentada pared. Solo sé que cuando ya podía ver la entrada al Estadio Olímpico dentro del cual se encontraba la meta, entre más me acercaba más lejos parecía. El último tramo de la prueba es donde casi me lesiono todo lo que había venido cuidándome desde las semanas previas (dejé de jugar americano y hasta de hacer yoga). La entrada al Estadio Olímpico es a través de un túnel de unos 100 metros al que hay que bajar por un túnel, ese desnivel y un charco de agua casi me hacen que me desgarre. Llegué a la meta y besé a Brenda que lloraba porque se había lesionado y se había aguantado las lágrimas para que no la fuera a hacer abandonar la prueba (y aún así llegó antes que yo) besé la pista de tartán del estadio y fui a recoger mi medalla. Luego nos sentamos a descansar un buen rato y de ahí caminamos hacia Insurgentes donde todavía pudimos animar a quienes venían terminando la prueba mientras llegamos a El Gallito un restaurante en el que sirven muy bueno tacos y sobre todo, la cerveza mejor ganada del año. Pasó el dolor, el dolor es pasajero pero la victoria es eterna. Hoy estoy listo para el siguiente reto, no puedo esperar, ya quiero enfrentar otra prueba. CONTACTO: Twitter @RODRIGOAGUILERA Whatsapp: 5548994282 FACE: https://www.facebook.com/ELCUARTOPODER web http://elcu4rtopod3r.blogspot.mx

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