jueves, 18 de abril de 2019

Todos los Caminos Llevan a... Talpa

EL V PODER
POR RODRIGO AGUILERA MORALES

Todos los Caminos
Llevan a... Talpa

Por Rodrigo Aguilera Morales

Ya se acerca el día de la tradicional Peregrinación anual de Siempre Libres y Parroquia de El Pitillal al Santuario de la Virgen del Rosario en Talpa.
Como cada año desde hace más de dos décadas, la familia de la Casa Editorial Siempre Libres organiza y acompaña la Peregrinación Anual de la Parroquia de San Miguel Arcángel de El Pitillal, Puerto Vallarta, Jalisco. El recorrido es de más de cien kilómetros a pie hasta el Santuario de la Virgen del Rosario en Talpa de Allende, Jalisco.
Se requiere persistencia para andar, uno tras otro los 100 kilómetros desde el Paso Ancho hasta Talpa.
El recorrido inicia precisamente en esa zona ahora ya muy poblada que cuando inició la tradición de la Peregrinación de la Parroquia de El Pitillal, era solitaria y prácticamente sin casas, ahora el empedrado cansa a las y los peregrinos y peregrinas que quieren calentar los músculos para el esfuerzo que significa iniciar el camino hasta San Pedro, municipio de Puerto Vallarta, que dista 20 kilómetros de subir y subir la sierra.
Recuerdo que hace dos años, durante la homilía de la larga misa que celebró en Cabos, justo antes de iniciar el paso final hacia Talpa, el padre Ibarría hizo mención a otra peregrinación famosa, la del camino de Santiago de Compostela en España.
Ibarría comentó que tras haber realizado las dos peregrinaciones puede afirmar, sin temor a equivocarse que en el recorrido europeo no existe la demanda física que la ruta Vallarta-Talpa tiene.
La orografía y lo difícil del recorrido a Talpa hace palidecer al camino del santuario europeo ya que aunque la distancia es similar, allá se cubre terreno apenas con elevaciones y en un lapso de siete días, mientras  que en el andar hacia Talpa se hace en menos de tres días lo que implica un ritmo de más de 33 kilómetros por jornada.
Los números son interesantes,  ya que para recorrer esos 100 kilómetros hace falta dar un promedio de 200 mil pasos. Y de esos 200 mil pasos yo considero que, por lo menos, un 80 por ciento son de subida.
La pendiente hace de las suyas en el ánimo de lxs peregrinxs. También el calor (que llegó a más de 37 grados centígrados) y el descanso tampoco es pleno. Cuando uno se acuesta a reposar, aunque traiga una buena bolsa de dormir, el suelo duro y el frío causan que únicamente el cansancio de la jornada permita un sueño profundo. Pero dura poco, hay que levantarse antes de las cuatro de la mañana para seguir a la próxima etapa. El desayuno es ligero, un café, un pan de dulce. Que saben a gloria en la oscuridad de esas zonas de nuestra región que no están saturadas de población.
Pero esas noches de cansancio y esas madrugadas de desmañanarse tienen una enorme recompensa: Observar cielos estrellados que difícilmente se aprecian en otras partes del país.
Y se puede apreciar espectáculo del camino fantasmagórico de la Vía Láctea.
Así que, con esos cielos caminar en la madrugada y en la noche, es motivante, aún con el frío (yo aprecié una variación de hasta 20 grados entre las temperaturas máximas y mínimas (la sequía convierte en ardientes las tardes y en helados los amaneceres).
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