Cinco
personas llegan de madrugada al restaurante La Leche, ubicado en la avenida
principal de Puerto Vallarta, Jalisco. Vienen en una Toyota Tacoma y una
Chevrolet Suburban. Es la una de la mañana del lunes 15 de agosto.
Según
los medios locales, los intrusos traen armas largas. Ordenan a los comensales
tirarse al suelo. Sin hacer un solo disparo, sacan del restaurante a un grupo
indeterminado de clientes: primero se dice que 16; más tarde las autoridades
ajustan la cifra a seis.
Las
víctimas habían llamado desde un hotel de lujo para hacer la reservación.
Aparecieron poco después en compañía de varias mujeres.
Un
reporte indica que los agresores dejaron que éstas se retiraran: solo se
llevaron a los hombres.
A
las puertas del restaurante quedaron abandonados cinco vehículos, algunos de
ellos con placas falsas. Las matrículas correspondían a los estados de Sinaloa
y Nayarit.
La
Leche se localiza en Francisco Medina Ascencio, el boulevard principal del
puerto, una zona que cuenta con presencia policiaca de manera constante.
Ninguna unidad de la policía reportó, sin embargo, absolutamente nada: seis
personas pudieron ser sacadas de un restaurante sin que la policía lo notara.
Información
hallada dentro de los autos abandonados reveló que algunas de las víctimas
habían llegado a Puerto Vallarta el 8 de agosto.
El
fiscal general del estado, Eduardo Almaguer, informó en su cuenta de Twitter
que se había trasladado al lugar para encabezar las investigaciones y señaló
que tenía “la presunción clara” de que los desaparecidos “pertenecen a un grupo
delictivo”.
Entre
los indicios hallados en los vehículos apareció el nombre de un escolta del ex
gobernador Emilio González. Según el fiscal, esta persona “es titular de un
corporativo de seguridad privada que tiene permiso federal y por lo tanto tiene
operaciones en Jalisco y Nayarit”. Entre las víctimas se hallaba también “un
empresario que operaba en el centro de la República”.
En
marzo de este año fue detenido en Jalisco un jefe de sicarios del Cártel
Jalisco Nueva Generación (CJNG) cuyo apodo es El Jardinero. Traía
un kilo de cocaína, armas y cartuchos y varios volantes de una empresa de
seguridad denominada Segmex.
La
empresa contrataba escoltas “con o sin experiencia” y ofrecía un sueldo inicial
de tres mil pesos. Si el personal había sido miembro del Ejército o la Policía
Federal, su sueldo podía llegar a 12 mil pesos.
Lo
que Segmex hacía, en realidad, era reclutar sicarios para el Cártel Jalisco
Nueva Generación. La propaganda era repartida en plena calle. Los reclutas eran
entrenados en el manejo de armamento en campos ubicados en Puerto Vallarta.
La
delación de un empleado que se negó a hacer labores de sicariato llevó a la
Fiscalía General del Estado a un hotel de Lagos de Moreno en el que, también en
marzo pasado, fueron detenidos 13 presuntos sicarios contratados por el cártel
mediante el método de volanteo.
Ese
mes, la PGR y el Ejército desmontaron una célula del CJNG que operaba en un
campo de entrenamiento en Puerto Vallarta. Las fuerzas federales decomisaron en
ese sitio tres cohetes RPG, tres fusiles Barret, 40 granadas y 2 mil 294
cartuchos útiles.
En
Vallarta había sido detenido un año antes el narcotraficante Abigael González
Valencia, al que reportes del Consejo Nacional de Seguridad ubican como el
verdadero líder del CJNG: en ese puerto González Valencia realizaba juntas de
negocios; en ese puerto descansaba; ahí precisamente se localizan muchas de las
empresas encargadas de lavar el dinero de la organización criminal.
A
ese lugar llegaron con placas falsas de Sinaloa y Nayarit los hombres a los que
el grupo armado privó de la libertad la madrugada del lunes. Un testigo dijo
que su presencia “llamaba mucho la atención”.
A
medida que pasaron las horas, las investigaciones llegaron a una conclusión:
los desaparecidos están ligados al Cártel de Sinaloa.
No
solo eso: luego de que en las primeras horas corriera el rumor de que el más
relevante de éstos lleva el apellido Coronel, fuentes de la fiscalía señalaron
que el apellido es, en realidad, Guzmán, y que todo apunta a que la víctima
podría ser uno de los hijos de El Chapo.
Después
de mucho tiempo de caídas brutales, los grupos empresariales de Puerto Vallarta
reportaron hace días que este año la ciudad recuperó la atención del turismo a
niveles no vistos desde el año 2006 (82.5% de ocupación hotelera).
Ahora
todo el mundo espera al borde del asiento noticias de los desaparecidos en el
restaurante La Leche. Porque, Guzmán o Coronel, Vallarta podría estar al borde
de una pesadilla.
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