SIEMPRE LIBRES
SECCION LITERARIA
Director Héctor García Colín
Edición Rodrigo Aguilera
Recepción de material: rodrigoaguilera@hotmail.com
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Esa mujer con el vestido sangrado
tiene su historia
lo forma que amó fue casi sagrado
eso dice la memoria
Los que la conocieron de joven
dicen que era muy bella
que tenia un cuerpo bonito como la ven
que era muy de ella
Cuando yo la conocí era un guiñapo humano
un cuerpo de mujer hecho cenizas
porque buscaba ya no amor
sino quien le diera su mano
ya no vendía su amor ni su piel
ya estaba echo trizas
La canción de Maná es muy preciosa
si fue por amor es la verdad
pero se alejó de la realidad es muy fantasiosa
porque fue humillación y sí mucha maldad
Gracias al Sol Siempre Libres
por brindarme su amistad,
yo no soy escritor señores,
esa es mi puritita verdad.
Paty la Loca (Del Muelle de San Blás)
Wenceslao Palomar Meza
20 de sep 2013
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Tú que retuerces la última raíz, la que describe los nuevos hemisferios, no la mujer ahora, la espuma eres de la turbia marca que se alza en el destierro.
Tú que ofreces a mi frente el otro paraíso, el instante sellado, la llave de esplendores, el sueño del poder y del olvido; y a mis espinas, la luz y la esperanza, acércate de nuevo.
Amo ahora mi boca que es capaz de nombrarte. Mi lengua que repite tus sílabas como un bosque tendido sobre el agua.
Amo mi piel que te retiene y mis manos que te construyen a ciegas cada noche.
¡Oh, tú!, que en la caída encontraste mi cuerpo sin aliento, mi tacto sin un eco que le alumbre, mis miembros encharcados, unta en mi ser tus bálsamos y marchemos; junto a mi oído nombra la otra ciencia, con tus palabras abre mi memoria y llénala de pájaros.
Dale a mi cuerpo el fruto codiciable, entrégale el veneno del hambre que no acaba, la sombra que al final logre vencerlo.
Y ama en mi voz el alba y en mis ojos el mapa de los nuevos agostos; y déjame amarte a ti, en la amargura de esta hora final, cuando la tarde duele, mientras llega el olvido y nos levanta.
Tú que retuerces la última raíz
Jorge Souza
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Lentamente en el ocaso de nuestros días
se extinguen todas las contadas dichas.
Temprano nuestros sentidos aprenden
el refinado arte del delirio. Vano es no atender los signos.
-La niebla de la sed deforma el horizonte;
rosado, el cielo, eleva el agua en partículas incontables.-
El principio del final de todo resplandece, calmoso,
como la lívida aura de las estrellas blancas.
No temas a nuestro destino,
tan sólo somos dos seres perdidos en el caos de la existencia.
Entrégate al cielo de mi último vuelo.
No te importe sentirte frágil.
Rompamos el aire con nuestras últimas fuerzas.
Somos aves; natural es que volemos.
No te importe el hambre y la fatiga.
Tampoco te importe el futuro que se cierra
como una mano esforzada en nuestras gargantas.
Yo he de alargar tu vida con la mía.
Sí; de mi carne haré tu alimento, y amoroso y decidido
haré mi sangre escurrir por tu garganta estrechada.
Redimiré el cansancio, regresarán tus energías vitales.
Será la mortal hemorragia
paternal fuente nutriendo tus venas.
No te importe el sabor mineral
al que nuestra especie no está acostumbrada.
Comulga mi entero regalo de amor, a tu hora;
que yo viviré en ti palpitando como una íntima música.
Y en tu pecho he de llamarme impulso,
en tus alas fuerza, en tus ojos forma
y en tu tiempo vida.
Y en tus días a solas me sentirás en la luz
y me reconocerás en lo animado.
Inmolación del pelícano
Aleqs Garrigóz
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